Podcast 07: El reencuentro

Año Nuevo.

Como nuevos son nuestros deseos, nuestros propósitos, nuestros sueños y nuestras metas, el nuevo año también nos trae 12 meses limpios para escribir nuestra historia.

La mía comenzó a escribirse hace muy pocos días.

Me he reencontrado con Matías. Matías es mi anciano amigo del paseo marítimo. Él se sienta cada día en un banco y observa a la gente. El día que le conocí, me sorprendió su capacidad de empatía, de escucha, de comprensión. Matías me fue describiendo por un olor, por un sonido… a las personas que pasaban cerca de él y que reconocía cada día.

Y hoy he vuelto a verle después de mucho tiempo.

– He estado en casa. Ya sabes…esto que nos ha tocado vivir. Pero necesitaba volver a salir. Escuchar el rumor del mar. Sentir el olor a salitre. Y esta gente con la que vivo cada día. Y, como ha empezado un nuevo año, me he propuesto reconciliarme con mis sentidos.

Me ha vuelto a enganchar hablar con él.  Escuchar su acento argentino. Ese yeísmo rehilado que con dulzura hilvana palabras, despierta toda mi atención y mi sentir.

Ay Matías. ¡Cuánto te he echado de menos!

Hoy hemos hablado de la soledad. De la soledad que se siente cuando te encierras en casa. Esa soledad que es vacío, cuando los tuyos se han ido para no volver más. Esa soledad que Matías siente cada día que vuelve su hogar y deja en el paseo marítimo los trozos de corazón que le unen a la vida de las personas.

Hoy Matías me ha contado que su Navidad ha sido muy distinta.

A su casa ha llegado el olor a pavo y consomé de la cena de Nochebuena de los vecinos y el alboroto en el pasillo al regreso de la misa del Gallo. Les ha esperado despierto y, con una sonrisa en los labios, y casi pegando la oreja al tabique, sus nudillos han marcado el compás de los villancicos que cantaban.

El día 31, el reloj de cuco de la cafetería que hay bajo su balcón, marcó las 12. Y 12 fueron los latidos de su corazón, hechos deseos: 2 para sus hijos, otros dos para sus nueras, 5 para sus nietos y 3 para las hermanas que le quedan vivas.

La noche de Reyes vio a la pequeña Amparo cuando regresaba de la cabalgata. Cargada de caramelos y con nervios en el estómago, le dijo al oído: Matías, pon los zapatos en el balcón que los Reyes están llegando.

Y el día 6, el paseo marítimo se llenó de algarabía, juegos nuevos e ilusión desbordada. Y él, sentía y reconocía a los que pasaban por su lado.

Su Navidad ha sido muy distinta. No ha habido consomé, ni villancicos, ni comió las 12 uvas ni hubo regalos en sus zapatos. Y yo he llorado, como tantas veces hago últimamente, mientras él me hablaba.

Entonces me ha cogido la mano y me ha dicho: hemos abierto el corazón para sentir la Navidad del otro. Al tararear los villancicos, en nuestros 12 deseos de vida a los que queremos, en mantener la ilusión colocando nuestros zapatos en el balcón…

Navidad somos nosotros cuando nos hacemos tan pequeños como el que nació en el pesebre. Y ahora, ese Niño, nos regala 12 meses para escribir nuestra historia. Ya sabes, amiga, este ciego ha estrenado de nuevo sus sentidos y ha comenzado a escribir los días.

No te quedes atrás, que pasan rápido. Da un paso al frente, se feliz, agárrate a la pluma de la vida y escribe tu historia.

Es fácil. Solo hay que darlo todo cada día. Respira y adelante. 2023 te espera.